
La ciudad imaginada.
La noche entiende
mi latir presuroso.
El aire es cómplice
de los secretos que guardamos
tras las ventanas.
Las paredes me sujetan
tenaces al hastío.
Mi mente es un reloj.
En esta lucha contra mí
las emociones me traen
y me llevan.
Tu silueta se recorta
en la habitación.
Sombra, adorada sombra
que perseguí insistente.
Nos tocamos entre el humo
que exhalabas distraído
y en la angustia
de mis temores.
No quiero descubrirte.
Mas allá de tu mirada
la noche se extiende.
Pasa como un beso
sobre la ciudad imaginada.
La noche entiende
mi latir presuroso.
El aire es cómplice
de los secretos que guardamos
tras las ventanas.
Las paredes me sujetan
tenaces al hastío.
Mi mente es un reloj.
En esta lucha contra mí
las emociones me traen
y me llevan.
Tu silueta se recorta
en la habitación.
Sombra, adorada sombra
que perseguí insistente.
Nos tocamos entre el humo
que exhalabas distraído
y en la angustia
de mis temores.
No quiero descubrirte.
Mas allá de tu mirada
la noche se extiende.
Pasa como un beso
sobre la ciudad imaginada.